domingo, 19 de octubre de 2008

JORGE NAVAS


Vivo en Bogotá, una urbe moderna y a la vez corazón de uno de los países más violentos y más pasionales del planeta. Recorro sus calles de día y de noche, sintiendo su pasión y su dolor, acompañado de una esperanza que siempre está aplazándose en medio de la guerra, el caos reinante y la descomposición social que todo el tiempo me respira al cuello. Siento la sombra de la muerte recorrer junto a mi estas calles, pero también siento la vida que en cada esquina busca emerger y crear, escondiéndose detrás de cada rostro buscando su oportunidad. Este contraste radical entre vida y muerte no deja de mostrarme una fuerte dosis de poesía proveniente de las entrañas, proveniente de las almas y de los destinos buscando su equilibrio y su continuidad. Hay diamantes sucios, intentando brillar entre el fango, entre el carcomido asfalto. De todo esto necesito hablar, de todo esto necesito dejar testimonio."La sangre y la lluvia" es el nombre de la película donde pretendo plasmar éste testimonio. Su nombre obedece a la metaforización de lo que quiero decir y a los conceptos de fondo que quiero desarrollar. Me interesa la noche de la ciudad, la indiferencia de sus habitantes temerosos y resguardados y la soledad y la impotencia de los seres que se atreven a desafiar las calles como necesidad de confrontación, búsqueda y libertad.Todas las noches hay muertes violentas en Bogotá; todas las noches cadáveres abandonados, en medio de esta soledad e indiferencia, son recogidos por las autoridades, dejando solo, como huella de su despedida, la sangre sobre el asfalto que brotó de sus cuerpos heridos. Todas las noches llueve y esta lluvia diluye y borra la sangre de las calles, llevándose entre caudales de este líquido mezclado y sucio, las huellas y la memoria a las alcantarillas y desagües, desapareciendo en los subsuelos de la ciudad, como en los subsuelos de la memoria. Testimonios desaparecidos de que las cosas no están funcionando para nada bien. Al otro día todo vuelve a la normalidad, al silencio impotente, al caos de los automóviles y de los transeúntes, al miedo como un fantasma, al dolor de las calles húmedas.Una historia de amor; profunda, efímera y transformadora, en medio de estas noches crudas y violentas será la base de la puesta en escena de estos sentimientos de los que he sido testigo. Un "road movie" urbano protagonizado por un taxista joven, nihilista y pensativo y una dueña de la noche, cuestionada y necesitada de la soledad y de la sordidez.Dos universos autodestructivos, cargados de un pasado inevitable, se encuentran y en ese encuentro empiezan a percibir un rastro de luz en medio del sin sentido y la oscuridad. Una historia de una sola noche y de un amanecer, por donde desfilarán las criaturas de las calles, el bien y el mal en su perpetua y contradictoria procesión, acompañados por los instintos de fuerza, poder y sobre vivencia en una jungla de asfalto difícil de habitar.Personajes y sentimientos retratados en un estilo personal, sobrio y documental; buscando lograr un equilibrio entre lo poético y lo sutil de la forma y lo descarnado y brutal del contenido. Una película ambiental y de psicologías, narrada en "Down tempo" y en bloques de "tiempo real" para ir desnudando la aparición progresiva de los sentimientos, la respiración y el pulso interno de los personajes y el destino ineludible de una ciudad y un país que va creciendo a la sombra de los días.La esperanza del amor, como contraposición a la aridez de la violencia; la búsqueda de la vida en medio de las pulsiones instintivas de la sordidez, las preguntas necesarias y los espejos evitados para una sociedad agotada, convaleciente y temerosa de si misma y de su propia imagen.Una película de naturaleza expresionista en la medida en que personajes y ciudad se hacen uno solo y se manifiestan como esencia visible, densa y contrastada psicológica y arquitectónicamente. Un expresionismo contemporaneizado y moderno, llevado a la pantalla respetando al máximo la luz ambiental de la ciudad; una luz parcializada y llena de sombras y rincones oscuros desde donde cualquier cosa puede aparecer o desaparecer, creando en los protagonistas un ambiente y una idea de vampiros errabundos en búsqueda del amor o en búsqueda de victimas para sobrevivir. Un retrato simbólico, filmado en locaciones reales a partir de sentimientos reales, buscando lo lírico y lo elemental desde lo cinematográfico, procurando a la vez crear preguntas y sensaciones que indaguen por el presente, por la esperanza o por la desesperanza, sin pretender lanzar un juicio moral o una conclusión final.Una progresiva sensación, un adentrarse contemplativo, tanto en las actuaciones dilatadas como en las imágenes intimistas, en el ambiente de desamparo y soledad frente a la ciudad y al amor esquivo. Una película marcada por las estéticas de la errancia y la desaparición, donde los subtextos de la historia dan cuerpo a lo visual y a lo dramático, alejándose de la anécdota, la enumeración y la simple acción. (*): Este sábado 18 de octubre da inicio el rodaje de "La sangre y la lluvia", coescrita por Navas junto a Carlos Henao y Corinne-Alize Le Maoult, y protagonizada por Gloria Montoya, Henri Mendoza, Hernán Méndez, Julio Cesar Valencia y Weimar Delgado. Es la historia de un encuentro en la noche bogotana entre dos jóvenes personajes cargados de problemas: un taxista y una mujer. Antes de debutar en el largometraje con esta cinta, Navas ha hecho videoclips, comerciales, documentales y videos experimentales. El guión de "La sangre y la lluvia" fue apoyado por la Fundación Hubert Bals, el Laboratorio de Guiones del Sundance Institute en Oaxaca,y el Premio del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico de Colombia.

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